
Está en particular reza así hace mucho, mucho tiempo cuando en la tierra no había aún hilos de agua de los ríos ni embalses de los lagos, cuando solo estaba vivo el mar del este cuando la tierra aún era Pangea, habitaban en ella cuatro dragones: el Gran Dragón, el Dragón amarillo, el Dragón negro y el Dragón perlado.
Se dice que los dragones volaron a ras del mar hasta el cielo azul y empezaron a jugar con las nubes, dotados de una inteligencia y magia mística, los dragones vieron desde el cielo mientras jugaban una imagen turbadora de la tierra, bajo el Dragón Perlado a cientos de metros.
Desde el aire hasta el suelo allá arrodillada una anciana de pelo canoso entre el gentío con un bebe entre sus brazos rezaba, dios de los cielos envíanos pronto la lluvia para que nuestras cosechas sean prósperas y poder alimentar a nuestros hijos, por favor no nos abandones.
Tras muchos meses de sequía sin lluvias, los cultivos secos se marchitaban cuan flores secas, las tierras yermas y resquebrajadas por el sol abrasador.
El Dragón Amarillo dijo que pobre es esta gente, perecerán si la lluvia no llega, El Gran Dragón estaba de acuerdo, también dijo si no llueve no pasarán del invierno.
Así juntos propusieron, vayamos a pedir ayuda y roguemos al Emperador de Jade para que haga llover. El todopoderoso Emperador vivía en el palacio del cielo y se encargaba de reino de los cielos y sus asuntos, al ver a los dragones llegar provenientes del mar del Este, les replico.
¿A qué vienen a mi reino? ¿Acaso esas son maneras? A lo que el Gran Dragón dijo: La tierra está yerma, los cultivos secos como la paja, el agua se fue y está acabando con toda clase de vida.
Le ruego sacuda los rayos y truenos del cielo llenando esas nubes de agua clara y se dejen caer las gotas de lluvia sobre el suelo terrenal.
El Emperador asintió con la cabeza y dijo que si volvían y no lo molestaban más, al día siguiente mandaría la lluvia. Así los cuatro dragones se fueron felices al mar.
Pero pasados los días el agua no llegaba ni siquiera una gota. Las personas que ya suplicaban sin tener que comer algunos comían hasta el barro del suelo, raíces y todos lo que tenían a su alcance, otro morían de hambre.
Viendo esto, los dragones pensaron que el gran Emperador nunca ayudaría al pueblo, así que decidieron urdir un plan para ayudar ellos mismos a la gente mirando al inmenso océano. El gran Dragón dijo haber dado hallado la forma. Los otros tres dijeron, pero ¿Cuál es esa solución? Vamos dínoslo.
El gran dragón dijo usaremos el agua del mar empujándola hacia el cielo para llenar las nubes y así que descarguen en la tierra. Si el emperador se entera tendremos problemas, pero no podemos esperar más. Animados por el gran Dragón, empezaron el Dragón Negro y el Perlado volando desde el mar abriendo su boca y llenándolas de agua, luego subían al cielo para soltarlas tal cual nubes.
Tan rápido iban y venían que el cielo se tornó gris oscureciéndose y el agua comenzó a llegar a la tierra, La gente con gran júbilo celebrara esta bendición y la naturaleza la aprovecho bien, pues los cultivos recobraron su color y la esperanza de vida.
Mientras tanto el dios de mar informo al Emperador y este se enfureció muchísimo, dijo: como se atreven estas terribles criaturas a meterse en mis asuntos y ordeno a la guardia que los detuviese presos, pronto los apresaron y los llevaron a Palacio.
El emperador ordenó al dios de las montañas que sepultasen a los dragones bajo cuatro montañas para que nunca pudiesen escapar.
Como también eran mágicos, los dragones apresados para siempre decidieron emerger desde la cima de las montañas convertidas en sinuosos ríos que cruzaban miles de tierras y valles para ayudar a las gentes del lugar por siempre en la eternidad.
Así nace la leyenda de cómo se formaron los cuatro grandes ríos de China: el Heilongjian (Dragón Negro) en el norte, el Huanghe (Río Amarillo) en el centro, el Changjiang (Yangtze, o Gran Río) en el sur y el Zhujiang (Perlado) mucho más al sur.