
Dragones míticos
Jörgmungadr o Serpiente de Midgard
Personaje central de la mitologia escandinava, Jörgmungadr es el uroboros primordial, una serpiente gigantesca que fue engendrada por la unión del dios Loki y la giganta Angrboda y que forma junto a sus hermanos Fenrir (un lobo gigantesco) y Hela (guardiana del inframundo, mitad viva y mitad muerta) el trío de bestias que acabará con los dioses y con todo el mundo durante el Ragnarök.
Jörgmungadr espera el momento en que pueda emerger de las profundidades enroscado en las raíces de Ygdrassil, el árbol de la vida, que va royendo poco a poco, y las Elas danesas lo muestran dispuesto a medir sus fuerzas con los dioses, y especialmente con Thor, siempre que es necesario, ya que va a ser esa bestia la que acabe con el dios en la Batalla del Fin del Mundo.
Lo interesante de la historia es que la muerte de los dioses y sus consecuencias (la serpiente envenenará tierra y aire y lo matará todo, tras lo cuál el mundo desaparecerá y se hará la oscuridad, no conlleva en sí mismo un sentido de destrucción sino de regeneración: así se dará paso a un nuevo mundo.
El dragón de San Jorge
Aunque desconocemos el nombre de la bestia, la leyenda de San Jorge y el dragón es una de las más comunes en Europa, ya que desde que se extendió por el continente en el siglo XV ha sido objeto de versiones artísticas, literarias y cinematográficas varias.

La historia se centra en San Jorge, un caballero de origen oriental (el San Jorge original era un legionario romano de la Capadocia) que llega a una villa donde un gran dragón aterroriza a los campesinos y solicita el sacrificio de doncellas para alimentarle. La última de esas doncellas es la hija del rey del lugar.
San Jorge busca al dragón, salva a la doncella y le entrega, atado y sumisa (gracias a la fe de San Jorge), la enorme bestia para que sea ella la que la lleve hasta la población o, en otras versiones, mata al dragón, de cuya sangre vertida nace una rosa que es entregada a la chica.
San Jorge matando al dragón se convirtió en un símbolo de la fe militante y vencedora.
En España, la población de Montblanc (Tarragona) reclama el honor de ser la población donde ocurrieron los hechos, y los conmemora anualmente, el 23 de abril, con una representación y una semana de festejos.