
Es otro dragón descendiente de la cultura Azteca y de toda la civilización mesoamericana. Xiuhcóatl también se le conoce como “serpiente de fuego” o “lagarto turquesa” con motivo de su forma y color.
Esta culebra azul turquesa a la que muchos se han referido como “preciosa” es un culto al fuego, entendido este, como “esa llama en el interior” una luz humilde y generosa que habita en cada ser y que extingue toda manifestación de maldad, soberbia, ego y debilidad.
Dragón Xiuhcóatl o la deidad azteca del fuego
El relato popular nos cuenta que Xiuhcóatl fue empleada por el dios Huitzilopochtli (guía del imperio Azteca hasta Tenochtitlán) como un arma mágica y poderosa para defender a su madre, quien era acusada por el resto de sus hermanos de haberle faltado a su padre cuando se embaraza inexplicablemente al caerle una bola de plumas, aseando un templo.
Este dragón en forma de arma también fue empleado por Tonatiuh, dios del sol, para así guiarlo desde el cielo a vencer a sus enemigos del inframundo.
La Piedra de Sol o el calendario Azteca reúne en su interior representaciones de este poderoso dragón y numerosos museos en el mundo exhiben esculturas con esta importante figura mitológica.
Xiuhcóatl también se refiere a ese fuego benigno, esperanzador… la llama del amor.