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El dragón más poderoso de la mitología

dragones infernales

Aunque el dragón, per se, es un animal poderosísimo al que todas las mitologías otorgan un lugar preeminente, el hecho de que existan muchos tipos distintos de dragones hace bastante difícil establecer una jerarquía de poder clara entre ellos.

Amos del clima como los dragones chinos, azote de los dioses como Tifón, que se enfrentó a Zeus en el principio de la Era de los Dioses, Fafnir, el enano obsesionado por el oro que fue convertido en dragón por un maleficio de Loki…

Los ejemplos de grandes y poderosos dragones son múltiples, pero si hemos de elegir, nos quedamos con el único dragón que, además de ser una criatura celestial, fue un dios creador en sí mismo: Quetzalcoatl/Tezcatlipoca, la serpiente emplumada, venerada por olmecas (que o llamaban Kukulkan), toltecas, mayas y aztecas y presente en miles de representaciones artísticas precolombinas.

Índice

Los dragones Fafnir y Tifon los más poderosos

El mito de Quetzalcoatl y Tezcatlipoca es una leyenda sobre el Bien y el Mal, como caras de una misma moneda: se les considera dioses gemelos, ambos representados como serpientes con plumas, pero de caracteres diferentes.

Aunque a ambos se les otorgan poderes creadores, cambiando de una cultura a otra las atribuciones de cada uno de los dos, y se les considera los padres de la humanidad y los creadores de la tierra, el Sol y la Luna.

Tezcatlipoca es un dios destructor que pide sacrificios humanos mientras Quetzalcoatl es un dios pacífico que solo buscaba la paz, lo cuál probablemente explica por qué hoy en día se le tiene más aprecio.

Sacrificios a los dioses

En una época en que los sacrificios humanos estaban a la orden del día, Quetzalcoatl abandonó su apariencia divina de gigantesco dragón con plumas y se hizo hombre para enseñar a su pueblo el camino de la paz. No obstante, fue envenenado por unos hechiceros con un brebaje que le hizo perder el control, convirtiéndole en una criatura feroz y destructiva.

Al ver que había defraudado a su pueblo, recuperó su imagen de serpiente y regresó al cielo. Su derrota fue la derrota de la impulsividad y la violencia sobre el sentido común y tuvo su representación en la tierra con la imposición de la cultura azteca, una de las más sanguinarias de la América Precolombina, perpetradora de sacrificios humanos, guerrera y caníbal.

Puede que Quetzalcoatl no sea lo que uno se imagina cuando piensa en dragones poderosos, pero fue un dios y como tal fue venerado en toda Centroamérica durante más de 1000 años.